TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)
El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y acompaña durante toda la vida. Afecta cómo una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende. Este trastorno incluye lo que se conocía como síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Años atrás, el DSM-IV, definía el autismo y sus trastornos asociados como “trastornos generalizados del desarrollo” (TGD).
A día de hoy, en el DSM-5, esta definición ha sido sustituida por el término “trastornos del espectro autista” (TEA), que han sido incluidos a su vez dentro de una categoría más amplia de “trastornos del neurodesarrollo”.
El actual DSM-5 contempla dos criterios diagnósticos clave del Trastorno de Espectro Autista:
- Deficiencias persistentes en la comunicación e interacción social en los distintos contextos.
- Patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses y actividades.
Añade además que:
- Estos síntomas deben estar presentes desde las primeras fases de desarrollo (aunque no se manifiesten hasta que las exigencias sociales excedan las capacidades limitadas o puedan estar enmascarados por estrategias aprendidas).
- Los síntomas suponen deficiencias importantes desde el punto de vista clínico en el ámbito social, laboral o en otras facetas importantes del funcionamiento cotidiano.
- La existencia de discapacidad intelectual o de un retraso general del desarrollo no justifica mejor esos déficits.
Se le denomina «trastorno de espectro» porque diferentes personas con TEA pueden tener una gran variedad de síntomas distintos y existe gran heterogeneidad.